Destaca Monseñor Juan Ignacio González en su Carta Pastoral al iniciar el tiempo de Adviento, el próximo este domingo 30 de noviembre.
Carta Pastoral al inicio del Adviento 2025
Queridos hermanos y hermanas:
Comenzamos el Tiempo litúrgico de Adviento, que tiene un doble sentido espiritual: es un espacio de memoria y preparación para las solemnidades de Navidad, que conmemoran la primera venida de Cristo como Dios encarnado en la historia humana y, luego, dirige nuestros corazones a la consideración de su segunda venida gloriosa al fin de los tiempos, fomentando una vigilancia activa y una esperanza en la redención plena. Lo hacemos en medio de un mundo inquieto, temeroso y herido por las guerras y la falta de seguridad y estabilidad. También nuestra Patria pasa por circunstancias difíciles y decisiones importantes.
Precisamente en este tiempo de incertidumbre, la Iglesia nos invita a levantar la mirada y abrir el corazón a la esperanza que no defrauda. “Levanten la cabeza, porque se acerca la redención” (Lc 21,28). Cristo viene. Viene a nuestra historia concreta, no a una humanidad ideal, sino a nuestra vida real, con sus miedos, dolores y anhelos. Como dice San Ambrosio: “La espera de Cristo fortalece al débil y levanta al caído”. San Juan Pablo II, por su parte, nos enseña: “El Adviento es tiempo de esperanza, que nos recuerda que Dios está presente en la historia y que la humanidad no camina hacia la oscuridad, sino hacia el encuentro con el Señor de la vida”.
Adviento es tiempo de vigilancia y confianza. “Velen, porque no saben el día ni la hora” (Mt 25,13). Nuestro celestial patrono, San Bernardo escribió que “tres son las venidas del Señor: en la carne, en la historia y en el alma, cada día; y en gloria, al final de los tiempos. Preparémonos para la segunda si no queremos temer la tercera”.
Que este Adviento nos encuentre esperanzados, con los frutos de la misericordia y el perdón ya cosechados en el Año Santo, a punto de acabar, y activos, sembrando gestos de paz, de concordia y de amor. El Adviento nos enseña a esperar a Cristo como lo esperó María: con fe, como los profetas: con audacia, y como la Iglesia primitiva: con ardor misionero, porque el ambiente secularizado hace que muchas personas y familias no comprendan su sentido. Porque quien espera verdaderamente al Señor, ya vive como si lo hubiera recibido.
Que la Virgen María, mujer de la espera, nos enseñe a creer incluso cuando todo parece incierto: “El que viene no tardará” (Hb 10,37).
San Bernardo, 30 de noviembre de 2025, Primer Domingo de Adviento
+Juan Ignacio González Errázuriz
Obispo de San Bernardo


