Aprender de la realidad y volver a ser levadura

Aun cuando la pasividad del tiempo veraniego pareciera incitar a la calma en muchos ámbitos, sin embargo, existen realidades que expresan lo contrario. Es lo que ha sucedido con las llamadas Iniciativas Populares de Norma, que la Convención Constitucional ha permitido que se presenten, ya sea por personas particulares, grupos de personas o instituciones. Pese al elevado número de iniciativas presentadas, solo muy pocas de ellas, (12) al alcanzado el número mínimo de apoyos de 15.000 que son necesarios para que sean estudiadas por la Convención. Un examen de las temáticas de dichas propuestas nos da una cierta radiografía de la realidad del país, porque expresan, de alguna manera, las preocupaciones de los ciudadanos y sus aspiraciones. La que más ha convocado es aquella que propone que los ahorros previsionales no pueden ser usados para ningún fin que no sea el propio (38.133), le sigue el uso de los marihuana (36.000) y el aborto libre (26.000), luego la iniciativa sobre libertad religiosa (22.000), el Banco Central autónomo (21.000), primero las victimas (20.382) el derecho a la vida (20.380), el derecho a la educación y responsabilidad de los padres (18.816) la educación libre y diversa (18.560), la nacionalización del cobre y el litio (17.640), los animales en la Constitución (15.800) y el derecho al agua y derechos de la naturaleza (15.174).

Todo un elenco de propuestas que muestran la diversidad de un país, pero al mismo tiempo las temáticas que interesan, las realidades ideológicas que hay detrás y la antropología subyacente en muchas de ellas. No se trata aquí de hacer un análisis en profundidad, sino sólo de comprobar que en el conjunto de propuestas se expresa una gran confusión acerca de lo que es la persona humana, su naturaleza y su lugar en la creación. Asimismo, las cantidades de apoyo pueden mostrar la dificultad de establecer prioridades que en muchas personas se dan. Que la iniciativa sobre el aborto libre ocupe el tercer lugar debe ser motivo de preocupación e igualmente que el uso de la marihuana ocupe el segundo. Solo en el cuarto lugar aparece una propuesta con raigambres antropológicos profundos, como es el de la libertad religiosa y de conciencia. Igualmente es preocupante que el derecho a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, ocupe un sexto lugar, lo que es un muy mal indicio para la defensa en contra de la ley del aborto libre, que en unos meses más volverá a ser presentada en el Congreso, esta vez, seguramente, por parte del Presidente de la República, en cuyo programa está incluido. La educación libre y el derecho preferente de los padres, algo esencial en una sociedad democrática, ocupa un modesto octavo y noveno lugar, manifestando también como la realidad del estado docente a inmunizado a gran parte de nuestra población, que no aprecia en su verdadero sentido lo que significa la escuela libre. La incorporación de los animales y la naturaleza, concediéndole derechos similares a los de las personas es un signo evidente de una visión antropológica muy lejana a los valores cristianos. Aunque es comprensible que los temas económicos – “no me toques mis ahorros” – esté presente, al ocupar el primer lugar, de alguna manera expresan la realidad de que los bienes materiales, el dinero, las cosas, etc., han pasado a ser para el chileno medio mas que esenciales y, en cierta medida, por sobre los valores superiores del espíritu.

Sin embargo, para la Iglesia conocer estas realidades en nada la desanima o la hacen caer en una cierta desolación, en la clásica afirmación de que los tiempos pasados fueron mejores, lugar común habitualmente errado. Que hay un proceso de descristianizacion del país es algo evidente y viene de lejos. Que dicho proceso, como se ha señalado tantas veces, requiere un nuevo ardor misionero, nuevos métodos y dedicación, resulta algo muy claro. La raíz profunda del proceso que vivimos es una sociedad que ya no considera a Dios en su centro y que rechaza, en muchos ambientes, la afirmación con que San Juan Pablo II iniciara su pontificado; “Cristo es el centro de la historia y del cosmos”.

Como nos ha enseñado el Papa Francisco, al abordar la secularización de la sociedad es necesaria la urgencia de “testimoniar la presencia del Dios viviente, porque el principal desafío común en el ecumenismo es confirmar la centralidad de la cuestión de Dios, no de un Dios cualquiera, sino de aquel Dios que nos ha revelado su rostro concreto en el hombre de Jesús de Nazaret”.

Quizá las enseñanzas del Señor sobre la levadura en la masa son hoy especialmente oportunas: “Es semejante el reino de los cielos al fermento que coge una mujer y lo pone en tres medidas de harina hasta que todo fermenta”. (Mt 13, 33).

+Juan Ignacio