María del Carmen y nuestra Patria

El mes de julio vuelve a poner en el centro de la vida eclesial la celebración de la Solemnidad de la Virgen del Carmen, Reina y Patrona de Chile, cuya fiesta celebramos el día 16.

San Bernardo escribió que nunca sería suficiente lo que dijéramos de la Madre del Redentor y por eso volver una y otra vez, a resaltar su lugar en la redención del mundo, es una necesidad para un católico, especialmente en tiempo de dificultad.
María recibió una vocación particular en la historia de la Salvación; ser la madre del Hijo de Dios encarnado, y esa llamada significó para ella dedicar toda su vida a la misión que Dios le encomendó. Desde la Anunciación hasta su permanencia al pie de la Cruz, cumple con radicalizar su entrega al plan de Dios, como también al acompañar a las primeras comunidades cristianas. También nosotros hemos recibido por el Bautismo esa llamada a dedicar nuestra vida al servicio pleno del Señor y de su plan de anunciar el Evangelio a todas las personas y el ejemplo de la Madre de Jesús es un modelo en nuestro servicio.

Como enseña el Concilio Vaticano II: “Uno solo es nuestro Mediador, según las palabras del Apóstol […] (1Tm 2, 5-6). Sin embargo, la misión materna de María para con los hombres no oscurece ni disminuye en modo alguno esta mediación única de Cristo, antes bien, sirve para demostrar su poder. Pues todo el influjo salvífico de la Santísima Virgen sobre los hombres no dimana de una necesidad ineludible, sino del divino beneplácito y de la superabundancia de los méritos de Cristo; se apoya en la mediación de éste, depende totalmente de ella y, de la misma saca todo su poder. Y, lejos de impedir la unión inmediata de los creyentes en Cristo, la fomenta” (LG.60).
Contrariamente a lo que señalaron algunos autores protestantes, la devoción a la Madre nos lleva al reconocimiento y al amor a Su Hijo y más aun es el camino para conocer, amar y vivir para el Señor. Por eso, todas las obras apostólicas e iniciativas que son verdaderamente católicas llevan por sello distintivo la presencia y el reconocimiento de María, camino a través del cual nos llega la gracia de Dios y de su Hijo.

Confiar en María es camino seguro para nuestra salvación y por el contrario, como enseñó San Alfonso: “Desgraciada el alma que se cierra a este canal de gracias por no cuidar de encomendarse a María! Cuando Holofernes quiso apoderarse de la ciudad de Betulia, cortó las conducciones de agua (Jud 7, 6). El demonio hace lo propio; cuando quiere apoderarse de un alma, la hace abandonar la devoción a María Santísima, pues, cerrado este canal, perderá fácilmente la luz divina, el temor de Dios y, finalmente, la salvación eterna”. (San Alfonso M.)

Aumentemos nuestro amor personal a Ella y uniéndonos a las devociones que manifiestan ese amor, especialmente con el rezo del Santo Rosario. “Como en otros días —¡Lepanto!—, ha de ser hoy el Rosario arma poderosa, para vencer a los enemigos de la Santa Iglesia Romana y de la Patria”.( San Josemaría Escrivá)
Chile necesita de nuestras oraciones para que el Señor, por medio de la Virgen del Carmen, nos libre de tantos males que la amenazan, en especial el de la corrupción en nuestras costumbres, que poco a poco, va minando sus fundamentos y se expresa en la incapacidad de una unidad sustancial en relación a valores esenciales como: la familia, la vida, el servicio a los más necesitados, los enfermos, etc. Lo esencial es la conversión del corazón a los valores y principios esenciales de la fe cristiana. Por eso, la invocación de la Virgen del Carmen, su presencia amorosa, la devoción que le expresan las personas y las instituciones es parte esencial de nuestro caminar como Nación. En la celebración de nuestra Patrona, no nos olvidemos de orar por Chile, por sus gobernantes y gobernados, para que caminemos en la construcción de una sociedad más justa y reconciliada, primero con Dios y luego entre nosotros. Como homenaje a nuestra Madre, la coronaremos como nuestra Reina y Patrona en la Capilla de Rangue (Aculeo) este 16 de julio por la mañana.

+ Juan Ignacio