Carta al director, publicada en El Mercurio, 21 de julio de 2014.
Señor director:
En los últimos tres meses, el Sr. Ministro de Educación se ha reunido con diversas instancias de la educación católica, como la Conferencia de Religiosos, el Congreso Nacional de la FIDE, la jornada anual de los Vicarios de Educación de Chile, con el Área de Educación de la Conferencia Episcopal, entre otras. Esta última instancia, en forma más bien discreta ha sostenido sesiones de trabajo con el Secretario de Estado en cuatro ocasiones y en dos con su equipo técnico. En ellas, hemos venido analizando una serie de propuestas aportadas por el Área. Dos documentos de dominio público son expresión de ese trabajo (*).
Reiteradamente hemos manifestado que nos hubiese gustado, para una Reforma que busca llevar a cabo un cambio paradigmático en el sistema educacional chileno, poder haber dado unos pasos preliminares. Entre ellos, la instalación de un gran diálogo y debate democrático acerca de los valores que constituyen la identidad cultural que caracteriza el alma nacional. Nos hubiera gustado poder discernir juntos, como país que anhelamos construir entre todos, la realidad global de nuestros niños y jóvenes, sus principales necesidades en los diversos ámbitos de su vida, las esperanzas de la sociedad para un desarrollo en equidad y a escala humana; y finalmente, a la luz de la pluralidad y diversidad propias de una sociedad libre y democrática, el tipo de educación de calidad pertinente a lo anterior, respetando al mismo tiempo la naturaleza y fines esenciales de la misma, en donde la vida de la persona de los alumnos está en el centro del hecho educativo.
Lamentablemente la premura de los tiempos y objetivos políticos han dicho otra cosa. Ha primado un pragmatismo que nos ha obligado a analizar solo una parte en sí misma, al margen de una propuesta más global que le daría su sentido orgánico y procesual, pero de la cual se desconocen de hecho hasta ahora sus características y alcances. Sin perjuicio de lo anterior, hemos manifestado nuestra buena voluntad a colaborar con un Proyecto de Ley a cuyos fines deseamos aportar, y ofrecido marcos conceptuales que nacen del significado más profundo de la educación, y que pudieran junto a otras miradas, colaborar a un marco de referencia más integral e iluminador de los objetivos. A su vez, le hemos hecho llegar una serie de propuestas que pensamos pueden mejorar el mencionado proyecto.
El Sr. Ministro, sin embargo, en entrevista a El Mercurio, ha señalado que a la Iglesia le interesan sólo dos cosas respecto de la Reforma educacional: arriendo y selección. Consideramos lamentables estas expresiones, porque no solo no hacen justicia a un trabajo serio y de preocupación por toda la educación chilena, sino que lo transforman en una reducción casi de caricatura, que no podemos aceptar. No creemos que esto colabore al ambiente de diálogo y al deseo de escuchar con respeto y verdad a los distintos actores de la educación del país.
+ Héctor Vargas Bastidas, sdb
Obispo de San José de Temuco
Presidente Área de Educación Conferencia Episcopal de Chile