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“Comenzaremos un tiempo que podremos llamar de misión vocacional”

firma1Señaló Monseñor Juan Ignacio González en la Carta del mes de Mayo enviada a los sacerdotes y diáconos de la Diócesis de San Bernardo.

En la misiva destaca que “Hemos de seguir al Papa de cerca, meditar lo que nos dice y trasmitir lo que nos enseña. Hay en esto una obligación de fidelidad muy determinante, particularmente en los primeros tiempos de su pontificado. Creo que todos estamos en esta tarea y hemos de continuar en ella”.

Además insiste en tres temas relacionados con la pastoral vocacional “El primero es renovar en todas las parroquias y comunidades cristianas el rezo de la oración por las vocaciones… Una segunda idea relacionada con este tema, es la necesidad de la dirección espiritual… Comenzaremos un tiempo que podremos llamar de misión vocacional. Consistirá en que los días jueves de cada semana o los primeros viernes de cada mes en que se tenga la habitual exposición y adoración al Santísimo Sacramento, el Obispo visitará las parroquias o grupos de parroquias donde sea invitado con el fin de celebrar las Santa Eucaristía pidiendo por las vocaciones y presidiendo el tiempo de adoración que la antecede”.

Publicamos a continuación la carta del mes de mayo de Mons. Juan Ignacio

San Bernardo, 1 de mayo de 2013

Estimados hermanos sacerdotes y diáconos

1. Vamos ya entrando de lleno en el año pastoral 2013. Se han iniciado las actividades parroquiales habituales y todo adquiere su propio ritmo. La Iglesia, por medio del Papa Francisco, nos va alumbrando los caminos que hemos de recorrer. Destaca en su predicación la idea de ir a buscar a las personas a los ambientes donde están, en las periferias del abandono religioso y moral, de la pobreza material y sobre todo espiritual. Nos insiste en que no somos una ONG y nos recuerda que no es posible separar a Jesucristo de la Iglesia, volviendo a una idea ya presente en las enseñanzas del Papa Benedicto en más de una ocasión. Hemos de seguir al Papa de cerca, meditar lo que nos dice y trasmitir lo que nos enseña. Hay en esto una obligación de fidelidad muy determinante, particularmente en los primeros tiempos de su pontificado. Creo que todos estamos en esta tarea y hemos de continuar en ella.

2. En estas breves palabras mensuales quisiera que nos volviéramos al tema siempre actual de las vocaciones sacerdotales y religiosas. No es este el lugar para hacer un análisis profundo de la crisis de vocaciones que sufre la Iglesia. Más o menos todos captamos las dificultades actuales, sus causas y lo que cuesta conseguir que nuestros jóvenes de hoy se abran a la posibilidad de una entrega completa a Dios.
Quisiera, mas bien, insistir en tres temas relacionados con la pastoral vocacional.

a) El primero es renovar en todas las parroquias y comunidades cristianas el rezo de la oración por las vocaciones. Ahora podemos ocupar la más sencilla y breve que se nos ha hecho llegar desde el seminario. Que en ninguna celebración se deje de rezar en algún momento por las vocaciones. Jesús llamó a los que quiso (cf Mc 3 13), pero nosotros, los sacerdotes y diáconos, somos los instrumentos que trasmitimos esa llamada y es necesario que por la oración – con ocasión y sin ella – pidamos al Señor muchas vocaciones. Rezar esta breve oración y pedir a nuestros enfermos que ofrezcan sus dolencias por las vocaciones, será un camino seguro para recibir del Señor este don.

b) Una segunda idea relacionada con este tema, es la necesidad de la dirección espiritual. El proceso vocacional y de discernimiento de un joven o una joven, requiere ser acompañado. Debe haber un tiempo y un lugar oportuno. Ninguno de nosotros puede exceptuarse de esta obligación, particularmente cuando el Señor nos pone delante una persona en la intuimos sobrenaturalmente una llamada. Este proceso debe implicar en algún momento el contacto con la pastoral vocacional del seminario – o de alguna institución femenina, en el caso de las niñas – de manera que esa persona vaya integrándose a las jornadas que ya se realizan. Esto requiere la confianza en el trabajo de los formadores, que no debe tener un fundamento humano, sino sobrenatural. Ellos han sido puestos por Dios – mediante la decisión del Obispo – para guiar a los jóvenes que sienten el llamado. “Todo sacerdote tiene necesidad – signo inequívoco de amor a su misión – de promover vocaciones al sacerdocio. Esta exigencia, que afecta a todo el Pueblo de Dios, recae especialmente sobre el sacerdote, que ha de sentir el anhelo de dar un testimonio constante de servicio y de la alegría de su vida de entrega, y de emplear todos los medios, en primer lugar los sobrenaturales, para que sean muchos quienes, sintiendo las necesidades de la Iglesia y la grandeza de la vocación sacerdotal, sepan hacer de su vida un servicio ministerial a Dios y a los hombres. El sacerdote ha de tener el corazón puesto en el seminario, sabiendo que los nuevos presbíteros serán continuadores de su misión y corona de su vida de entrega” (Del Portillo, A., Escritos sobre el sacerdocio)

c) Como una manifestación efectiva de este insistir en pedir a al Señor de la mies que mande trabajadores a ella, comenzaremos un tiempo que podremos llamar de misión vocacional. Consistirá en que los días jueves de cada semana o los primeros viernes de cada mes en que se tenga la habitual exposición y adoración al Santísimo Sacramento, el Obispo visitará las parroquias o grupos de parroquias donde sea invitado con el fin de celebrar las Santa Eucaristía pidiendo por las vocaciones y presidiendo el tiempo de adoración que la antecede. Donde los párrocos lo consideren oportuno podré reunirme brevemente después de la Misa con un grupo de jóvenes para intercambiar ideas sobre la vocación. Serán los párrocos los encargados de invitar al Obispo e iniciativa suya cuando hacerlo. Se trata, simplemente, de orar junto al pueblo de Dios para que el Señor nos envíe operarios. Todo ello, sin perjuicio de las normales jornadas vocacionales que organiza el Seminario Mayor y Menor, que siguen su curso normal y que ya han comenzado.

Agradeceré a todos leer con atención estas ideas y disponer el corazón para que estas iniciativas se hagan realidad. Encomendemos al Señor, a su Madre del Cielo y a nuestro Patrono San Bernardo, el aumento de las vocaciones en toda la Iglesia y en particular en nuestra diócesis.

+ Juan Ignacio