La nueva ideología que se quiere imponer

El Congreso Nacional está estudiando un proyecto de ley, enviado por el Presidente de la República, que permite la regulación legal de las uniones de hecho o convivencias entre personas de distinto o igual sexo. Se trata de darles una regulación legal parecida a la que se da en la ley al matrimonio. La Iglesia y otras confesiones cristianas han expresado ante las autoridades que dar este paso es perjudicial y contrario al bien común y, particularmente, que con ello se debilita la familia, formada por varón y mujer mediante el matrimonio, fundamento de la sociedad. Se han expresado razones profundas, de ámbito natural, legal, histórico. La Comisión senatorial ha escuchado respetuosa y silente. El Presidente, su promotor, calla también. Los grupos homosexuales han reaccionado con inusitada virulencia y con insultos, como consta de las actas de la sesión. Es la intolerancia de la ideología gay. Quienes no se allana a sus opiniones o intentos de transformación social son de inmediato acusado de homofobia y de transgresiones a la dignidad de la personas. Con eso se intenta imponer un cierto terror cultural. Y es muy posible que logren ese objetivo en muchas autoridades y personas cuya legitimación depende de su aceptación popular. Pero la verdad sobre la persona no puede ser borrada por las leyes humanas.

Como nos ha advertido en Papa, y lo saben muy bien los estudiosos de estos temas, tras estos intentos de legitimación legal de la homosexualidad está la nueva ideología de género que quiere ser impuesta en todo el mundo. Cuenta para ello con el apoyo de los organismos internacionales, (ONU-Mujeres, Fundaciones, y muchos gobiernos, etc) ONU- Mujeres, como señala su sitio web, fue creado el 2010, por la Asamblea de las Naciones Unidas para promover la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer. Una persona común y corriente al leer todas estas ideas- muchas de ellas expresadas con bellas palabras, no descubre qué hay detrás. Por estas razones también muchos cristianos se confunden y estiman que no habría razón para oponerse a regular legalmente las uniones de hecho y las uniones homosexuales. Que cada uno haga con su vida como quiera, es el último argumento. Pero detrás de este aparente reconocimiento de la libertad se esconde algo falso. Lo propio de una ideología es su intento de imponerse en todas partes y a todos. Algunos de sus sostenedores saben esto, otros, quizá la mayoría, son instrumentos de designios que ello no conocen bien. Como nos ha recordado recientemente el Cardenal Cañizares, refiriéndose a estos proyectos de ley: “Todo eso debilita a la familia y son leyes que van en contra del hombre, del bien común y de la sociedad, incluso de la convivencia armónica y pacífica entre todos. Esas leyes desfiguran la verdad de la familia en sí misma, no de un tipo de familia. Esas leyes al desfigurar la verdad de la familia, que se asiente en matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer, van simultáneamente en contra de la verdad del hombre y producen una quiebra del hombre e impiden el bien común”.

El mismo Benedicto XVI ha querido expresar una enseñanza precisa al respecto. “Según esta filosofía, (de género) el sexo ya no es un dato originario de la naturaleza, que el hombre debe aceptar y llenar personalmente de sentido, sino un papel social del que se decide autónomamente, mientras que hasta ahora era la sociedad la que decidía. La falacia profunda de esta teoría y de la revolución antropológica que subyace en ella es evidente. El hombre niega tener una naturaleza preconstituida por su corporeidad, que caracteriza al ser humano. Niega la propia naturaleza y decide que ésta no se le ha dado como hecho preestablecido, sino que es él mismo quien se la debe crear”. Es decir, uno se hace a si mismo según lo que desea. No hay creador, ni finalidad, ni principios de ningún tipo. Cada uno es completamente autónomo y libre de hacer lo que quiera, aceptando sólo el límite de no pasar a llevar la libertad del que está al lado. Dicho en pocas palabras es el rechazo de Dios y de todo lo que él quiera comunicarnos. La filosofía de género es el nuevo nombre del ateísmo”.

Quien quiera conocer a fondo el tema puede consultar un estudio profundo en http://www.aciprensa.com/controversias/genero.htm

+Juan Ignacio González, Obispo de San Bernardo

(Editorial Revista Iglesia en San Bernardo, Enero-Febrero 2013)