Monseñor Juan Ignacio González explicita el trabajo silencioso de la Iglesia con los que sufren.
A continuación publicamos la carta en su integridad.
Señor Director
La Iglesia por medio de sus pastores ha rechazado absolutamente el horrendo crimen del joven Daniel Zamudio, cuya familia vive en San Bernardo. Ahí están las palabras del Arzobispo de Santiago, las mías en declaraciones públicas, y las de muchos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos. Ese rechazo nace del amor y el respecto a la dignidad de toda persona humana. Somos todos hijos de Dios, hermanos de Jesucristo, que por nosotros ha muerto en la Cruz.
Por estas razones las declaraciones y acusaciones reiteradas de los dirigentes de organizaciones homosexuales contra la Iglesia y algunos de sus pastores, resultan de una injusticia que cualquier persona sensata puede comprender. No sólo acogemos a todas las personas, como es la experiencia de cualquiera que conozca la Iglesia, sino que en el específico caso de las que tienen tendencia homosexual, tenemos orientaciones acerca de su atención pastoral, que privilegian la acogida, ayuda, en conformidad a la verdad. El caso del la Clínica del Sida, fundada por el padre Baldo Santis, es un ejemplo patente del acompañamiento y dedicación de la Iglesia a las personas con este mal y particularmente a los homosexuales. Para quien desee consultar el documento “Atención pastoral a las personas homosexuales” de la Congregación para la Doctrina de la fe, puede hacerlo en www.vatican.va.
Por ello rechazo absolutamente los ataques oportunistas que esos grupos han dirigido en contra de mi hermano el Arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati. Ellos expresan la odiosidad y el aprovechamiento del dolor ajeno. Tanto en Santiago, como aquí en San Bernardo, los que visitaron a la familia y al mismo Daniel fueron los vicarios de los obispos, es decir, como se sabe, sacerdotes que tiene una investidura que hace que sus actuaciones sean en nombre de su obispo. En San Bernardo la familia fue acompañada antes del fallecimiento y luego cuando se realizó el velorio en su casa y al despedirlo antes de partir a su descanso definitivo al Cementerio General. La Iglesia ha estado presente según el estilo de Jesús; que no sepa una mano lo que hace la otra; acompañando en silencio y orando con lágrimas. No es su estilo aprovecharse de los acontecimientos, ni menos de los dolorosos y trágicos, mediante una publicidad ofensiva a la dignidad de las personas y sus familias.
Pido a los que defienden la ideología homosexual respeto y tolerancia por quienes no pensamos como ellos. Pido saber medir sus palabras de condena aprovechando hecho desgraciados y que todos rechazamos. Pido honestidad en sus palabras y declaraciones.
+ Juan Ignacio González Errázuriz
Obispo de San Bernardo
San Bernardo, 4 de abril de 2012