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Entrevista a futuros sacerdotes de la Diócesis

diacono3El próximo 24 de abril, tres diáconos en tránsito de la Diócesis serán ordenados sacerdotes. En este tiempo de oración y preparación tuvimos la oportunidad de conversar con cada uno de ellos.

Rodrigo Vásquez, quien sirve en la parroquia Santos Ángeles Custodios en Buin; José Antonio Bustamante, quien trabaja pastoralmente en la parroquia Ntra. Sra. del Rosario, en Valdivia de Paine, y Mauricio Romero de la parroquia Santa Teresa de Los Andes, en El Bosque.

¿Cómo nace en cada uno de ustedes la vocación al sacerdocio?

Rodrigo: Nace hace harto tiempo, cuando estaba en la Escuela de Carabineros. De a poco se fue dando una mayor claridad respecto de que el sacerdocio era una idea, primero, y de a poco se fue afirmando con la ayuda de mi director espiritual. Yo egresé de la escuela y trabajé en La Cisterna, después Puente Alto y Pirque. En el año 1997, cuando estaba trabajando en Pirque, me decidí y entré al Seminario Pontificio de Santiago, tenía 22 años, y 6 años estuve ahí. En el año 2002 me retiré, y pasé una experiencia con los hermanos menores capuchinos; después estuve viviendo en una parroquia en Quillota, luego me fui a Centroamérica y Estados Unidos con la Congregación Religiosa de los Franciscanos de la Renovación. Conversé con el Obispo de San Bernardo y él me aceptó en el Seminario, pero me sugirió que hiciera toda la teología de nuevo. Realicé 4 años de estudio y egresé el año 2008. El 2009 me ordenaron diácono.

José Antonio: Haciendo un poquito de memoria, mi inquietud vocacional despertó desde muy niño. Si bien yo soy de Champa, lugar de campo, toda la vida en esos tiempos giraba en torno a la parroquia de Ntra. Sra. de Guadalupe. Comencé a tener una vida más cristiana en el momento que comencé a prepararme para mi Primera Comunión. De ahí en adelante me invitan al grupo de los monaguillos y mi vida pastoral comenzó, hasta el momento de entrar al seminario. Pasando por el grupo de los monaguillos, uno va creciendo. Cuando se es muy joven esquiva un poco la invitación de ingresar al Seminario, pero llega un momento en que ya Dios te está llamando y te está clarificando en ese sentido y no puedes resistir más. Entré al Seminario en el año 2002

Mauricio: Vengo del Santuario de Maipo, donde se encuentra la Purísima. Mi madre siempre ha sido muy devota de la Virgen, y el tener esa cercanía con el Señor y la Virgen fue madurando, también con el ejemplo de la familia. Primero la vocación cristiana. Cuando pequeño después de hacer mi Primera Comunión fui monaguillo, y ahí recuerdo que tuve alguna inquietud sobre el sacerdocio, porque iban seminaristas a hacer su trabajo pastoral. Y el conocerlos me originó una pequeña inquietud. Mi vocación comenzó a madurar después de participar del Encuentro Continental de Jóvenes, y de pertenecer a la Acción Católica de la parroquia del Maipo. Y comenzó en un primer momento simplemente tratando de buscar esa cercanía con el Señor, en la adoración del Santísimo Sacramento y la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Esos fueron los dos pilares fundamentales de mi discernimiento al sacerdocio. Yo estaba estudiando segundo año de universidad y me di cuenta de que verdaderamente lo que me llenaba era esta llamada que yo a veces rehuía. Congelé mi carrera y entré al seminario el 17 de marzo del 2002. día de San Patricio.

¿Cómo se han preparado en este tiempo para recibir la Ordenación Sacerdotal?nuevos_sacerdotes

Rodrigo: El sacerdocio es algo que se espera desde que uno ingresa al seminario; pasa que a lo largo de los años son distintas las maneras de ir percibiendo la cercanía del sacerdocio. Desde que el señor Obispo dio la noticia, yo creo que rezar mucho, dar muchas gracias a Dios, pero también pensar en el cambio trascendental que esto tiene, que uno como diácono ejerce una función importante. Pero como sacerdote hay un cambio que pastoralmente es muy profundo, en la vida de piedad es distinto.

José Antonio: Comparto la idea de Rodrigo de que al recibir esta gran noticia, uno empieza a prepararse en la oración. Creo que también es muy lindo que nos haya llegado esta noticia de la ordenación sacerdotal en el marco de la catástrofe que azotó a nuestro país, sobre todo a esta zona del Maipo, lugar donde los templos sufrieron graves daños estructurales y los fieles se desmoronaron con ellos. Esta noticia que la Iglesia nos llama a ser sacerdotes, en cierto modo ha sido un pilar para que estos fieles se puedan levantar y compartir la alegría junto a nosotros.

Mauricio: Recibí la noticia con mucha alegría, con mucho gozo. El sacerdote tiene que ser ese siervo bueno y fiel a partir del momento en que es consagrado. El sacerdote es para siempre y en todo momento.

¿Qué mensaje les enviarían a los jóvenes de la Diócesis para que escuchen el llamado del Señor?

Rodrigo: Uno en la vida puede hacer muchas cosas, yo creo y ha sido mi experiencia, que en realidad sólo vale la pena hacer una cosa, y es aquello a lo cual Dios nos ha llamado, por eso apremia tanto discernir lo que Dios nos pide.

José Antonio: La felicidad del hombre consiste en hacer la voluntad de Dios. Cuando te llama a la vida sacerdotal o a la vida consagrada nunca están ausentes los temores; creo que la gracia está en dar el paso, ser valiente y entregarse por completo a Dios. Hay muchos jóvenes con inquietud vocacional, pero tienen este temor de dejar a la familia, pero si hay seguridad de que Dios te está llamando a Él, y si tu director espiritual o párroco también te lo dice, hay que colocar la mano en el arado y comenzar a arar el camino que el Señor te tiene preparado a ti.

Mauricio: yo creo que los jóvenes como nosotros no tienen que temer a entregarse al Señor. Yo tomaría las palabras del Papa Benedicto XVI, que su vez asume en parte las del Papa Juan Pablo II al decir que no hay que tener miedo de abrir las puertas de par en par a Cristo, que él lo da todo y no quita nada. El sacerdocio es eso, no hay que temer de perder los mejores años de la juventud por entregarte a hacer otro Cristo, porque en realidad no se pierde nada, al contrario, se encuentra verdadera felicidad.