La historia del Santuario arranca en la segunda mitad del siglo XVII, cuando se eligió una Capilla en las tierras del Cacique Aculeu, en un lugar hoy conocido como Vínculo.
Luego, para un mejor servicio de las almas, y más cercana atención del Párroco a los fieles se traslado al recinto donde actualmente se encuentra el Cementerio. Sin embargo, la edificación de la Iglesia definitiva se inició solo en el año 1851, para finalizar en el año 1889.
Los orígenes del santuario se remontan al siglo XIX, específicamente al año 1850, cuando doña Mercedes Molina de Guzmán, donó los terrenos donde se edificó la parroquia Purísima de Maipo.
En 1851, el sacerdote Lorenzo Bravo fue el encargado de dar inicio a los trabajos de la construcción de la iglesia, ejerciendo como párroco durante cinco años. Al finalizar su período, lo sucedió el sacerdote José Ignacio Rojas, quien se encargó de continuar la obra del padre Lorenzo.
Tras la muerte del padre José Ignacio, el arzobispado nombró como sucesor al sacerdote Clemente Díaz, quien sería una pieza fundamental en el desarrollo de esta parroquia, además fue el encargado de la habilitación y hermoseamiento del Templo, cuyas obras culminaron en 1889.
El terremoto del 1906 que sacudió con fuerzas gran parte de esa localidad, provocó graves daños a la estructura del santuario -las grietas dejadas por el movimiento telúrico aún se pueden apreciar en las paredes del templo- , los cuales fueron reparados con la ayuda de los fieles y del padre Domingo Matte, párroco de Maipo hasta 1910.
Cuentan los antiguos lugareños que luego de ser traslada, la imagen de la Purísima regresó por lo menos tres veces al lugar donde quería estar, por lo que se debió edificar el Templo considerando el lugar donde debía quedar la pequeña Imagen de la Virgen Milagrosa.
La Sagrada Escultura, en manos de varios virtuosos sacerdotes, entre ellos el Padre Clemente Diaz, detuvo inundaciones y desbordes del río, plagas, epidemias y violentos desórdenes en el territorio Parroquial.
Maipo guarda una de las tradiciones más antiguas y expresivas de Chile: la celebración del Mes de María y del día 8 de diciembre. En este día, el Día de la Purísima, en pago de sus mandas o para una manera de homenajear a la Virgen, el pueblo y miles de peregrinos se vuelcan hacia el Santuario.
En grandes andas llevan por el pueblo a la Virgen acompañada por todos los Santos del Santuario. Los sigue un desfile inigualable, conformado por Sacerdotes, fieles, curiosos, huasos y cuasimodistas a caballo.
Esta es una fiesta, cuyos inicios la historia la hace figurar en los primeros años de la Colonia y como Parroquia figura como Madre de todas las parroquias de la region.
Actualmente, y desde hace un año, el administrador parroquial, es el pbro. Marcelo Olate, quien define a los fieles de su comuna como un grupo de gente “muy participativo”. Además cree que la característica más importante de la vida parroquial de su zona, es la devoción a la Virgen, “es lo que más le importa a la gente”, explicó.
Además define al padre Clemente Díaz como “un sacerdote muy virtuoso, que dejó una profunda huella en la gente de Maipo” y destaca el aporte que han sido sus obras, como la fundación de una Congregación de religiosas, dedicadas a colaborar en la vida parroquial.