Según los más altos valores humanos, para que sirva de formación para jóvenes y niños. “Las disciplinas deportivas, cada una con modalidades diversas, nos ayudan a apreciar este don que Dios nos ha hecho”.
El Santo Padre Benedicto XVI ha reanudado esta mañana sus audiencias públicas, al recibir en el patio del palacio apostólico de Castelgandolfo a unas 700 personas entre atletas, dirigentes y técnicos de los Campeonatos mundiales de natación que se están celebrando en Roma.
Llamándolos “queridos amigos”, el Papa les ha manifestado, en primer lugar, su viva complacencia por celebrar este encuentro con ocasión de los campeonatos mundiales de natación; y mientras les ha agradecido esta apreciada visita, ha dado a cada uno su cordial bienvenida. Ante todo, Benedicto XVI ha dirigió un pensamiento deferente al Sr. Julio Maglione, presidente de la Federación Mundial de Natación y a Paolo Barelli, presidente de la Federación Italiana de Natación, a quienes ha dado las gracias por las gentiles palabras con las que han manifestaron los sentimientos comunes.
El Santo Padre también ha saludado a las demás autoridades presentes: dirigentes y responsables, técnicos, delegados, periodistas y operadores de medios de comunicación, sin olvidar a los voluntarios, organizadores y a cuantos han contribuido de diversas maneras en la realización de este evento deportivo mundial. Mientras ha reservado un saludo afectuoso y especial a los atletas de diversas nacionalidades, que son, tal como ha dicho el Papa, “los protagonistas de estos campeonatos mundiales de natación”.
“Con vuestras competiciones ofrecéis al mundo un sugestivo espectáculo de disciplina y de humanidad, de belleza artística y de tenaz voluntad. Mostráis a qué metas puede conducir la vitalidad de la juventud, cuando no rechaza la fatiga de los duros entrenamientos y se aceptan de buena gana tantos sacrificios y privaciones. Todo esto -ha dicho el Papa- constituye también para vuestros coetáneos una importante lección de vida”.
Y ha recordado que el deporte, si se practica con pasión y atento sentido ético, especialmente para la juventud, se transforma en palestra de sana profesionalidad y de perfeccionamiento físico, escuela de formación en los valores humanos y espirituales, medio privilegiado de crecimiento personal y de contacto con la sociedad.
“Asistiendo a estos mundiales de natación y admirando los resultados alcanzados, no es difícil darse cuenta de la gran potencialidad con que Dios ha dotado el cuerpo humano, y cuán interesantes objetivos de perfección pueda alcanzar”. El pensamiento, entonces, se dirige al estupor del Salmista que, contemplando el universo, canta la gloria de Dios y la grandeza del ser humano. “Al ver el cielo – leemos en el Salmo 8 – obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado: ¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor” (vv. 4-5).
Cómo no dar gracias al Señor, por haber dotado al cuerpo del hombre de tanta perfección, y por haberlo enriquecido de una belleza y de una armonía que pueden expresarse de tantos modos, ha exclamado el Santo Padre. Y ha agregado que “las disciplinas deportivas, cada una con modalidades diversas, nos ayudan a apreciar este don que Dios nos ha hecho”. Mientras la Iglesia, sigue y se ocupa del deporte, practicado no como un fin en sí mismo, sino como un medio, como instrumento precioso para la formación perfecta y equilibrada de toda la persona.
“También en la Biblia -ha recordado Su Santidad- encontramos interesantes referencias al deporte como imagen de la vida. “Por ejemplo, el apóstol Pablo lo considera un auténtico valor humano, lo utiliza no sólo como metáfora para ilustrar altos ideales éticos y ascéticos, sino también como medio para la formación del hombre y como componente de su cultura y de su civilización”.
Antes de saludar en diversas lenguas, el Papa ha dicho a estos queridos atletas que son “modelos para sus coetáneos”, por lo que su ejemplo puede ser para ellos “determinante al construir positivamente su futuro”. Por esta razón, les ha exhortado a ser entonces “¡campeones en el deporte y en la vida!”. Y aludiendo a las palabras que Juan Pablo II dirigió al mundo del deporte -durante el Jubileo del año 2000- Benedicto XVI ha destacado la gran importancia de la práctica deportiva, precisamente porque “puede favorecer la afirmación en los jóvenes de valores importantes como la lealtad, la perseverancia, la amistad, la participación y la solidaridad”.
En nuestro idioma, el Pontífice les ha dicho: “Saludo cordialmente a los presentes de lengua española: atletas, dirigentes y cuantos han participado de varios modos en el Campeonato Mundial de Natación. Os invito a seguir fomentando el deporte de acuerdo con los más altos valores humanos, de manera que favorezca el sano desarrollo físico de quienes lo practican, y sea así una propuesta para la formación integral de niños y jóvenes. Muchas gracias”.