El Santo Padre presidió las vísperas en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico Vaticano con motivo de la reapertura al culto de ese lugar. Ver Video
La obra del arquitecto Antonio de Sangallo y cuyos frescos “La conversión de Pablo” y “La crucifixión de Pedro”, son una de las últimas obras de Miguel Ángel. Con la exposición del Santísimo Sacramento, la Capilla Paulina, después de una restauración que ha durado siete años, recupera su función de lugar de culto para el Papa y la Familia Pontificia.
En su homilía, Benedicto XVI explicó que en el mensaje iconográfico de la Capilla los rostros de Pablo y Pedro juegan un papel central. Refiriéndose al episodio de la conversión de Pablo, que Miguel Ángel retrata como un anciano, cuando en realidad tenía 30 años durante su viaje a Damasco, subrayó: “La decisión del artista nos aleja del realismo puro, nos lleva más allá de la narración de los hechos para introducirnos en un nivel más profundo”. Así, “el rostro de Pablo expresa la madurez del hombre iluminado interiormente por Cristo, (…) la gracia y la paz de Dios envolvieron a Saulo, lo conquistaron y lo transformaron interiormente”.
Pedro, que vuelve la cabeza para mirar a quien lo observa, parece expresar “el estado de ánimo del hombre frente a la muerte y al mal: está como desamparado, (…) y busca a algo o a alguien en la hora final. (…) Los rostros de los apóstoles (…) están uno frente al otro” y “es como si Pedro, en la hora de la prueba suprema, buscase la luz que dio la verdadera fe a Pablo. En este sentido, ambas imágenes pueden representar los dos actos de un único drama: el drama del Misterio Pascual: Cruz y Resurrección, muerte y vida, pecado y gracia”.
“Para los que vienen a rezar a esta Capilla, y sobre todo para el Papa, Pedro y Pablo son maestros de fe. Con su testimonio nos invitan a profundizar, a meditar en silencio el misterio de la Cruz, que acompaña a la Iglesia hasta el final de los tiempos y a acoger la luz de la fe, gracias a la cual la comunidad apostólica puede extender hasta los confines de la tierra la acción misionera y evangelizadora que le confió Cristo resucitado”.
“Aquí -dijo el Papa- no hay celebraciones solemnes con el pueblo. Aquí el sucesor de Pedro y sus colaboradores meditan en silencio y adoran al Cristo vivo, presente especialmente en el sacramento de la Eucaristía, (..) el sacramento donde se concentra toda la obra de la Redención: en Jesús Eucaristía contemplamos la transformación de la muerte en vida, de la violencia en amor”.
Terminada la homilía Benedicto XVI agradeció la labor de todos los que han contribuido a la restauración de la Capilla Paulina, desde los Museos Vaticanos, a la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano y a los mecenas de la asociación americana “Patrons of the Arts”.