CIUDAD DEL VATICANO, 10 MAY 2009 (VIS).-Benedicto XVI se desplazó a las 16,30 en automóvil a la región de Bethany beyond the Jordan (Betania pasado el Jordán) a 50 km. de Amman, en la frontera entre Jordania e Israel. Betania está todavía sepulta y su lugar preciso sigue sin conocerse; probablemente se encuentre a unos 200 metros de la Colina del Profeta Elías, donde todavía no se ha excavado.
Llegado a su destino el Papa subió a un coche eléctrico, preparado para esa ocasión. Le acompañaban los reyes Abdalá II y Raina y el príncipe Ghazi, además de una comitiva de otros once coches del mismo tipo, mientras el director del Centro Al Maghtas explicaba al Santo Padre los hallazgos del itinerario arqueológico del “Lugar del Bautismo”, que termina en la cantera donde se están construyendo dos iglesias, una latina y la otra greco-melquita y cuyas primeras piedras bendijo el Santo Padre.
El Santo Padre, una vez terminado el recorrido, afirmó que Betania era un lugar “marcado por muchos eventos memorables de la historia bíblica”. “El profeta Elías procedía de esta zona. (…) Aquí el Espíritu del Señor llamó a Juan, hijo de Zacarías para predicar la conversión de los corazones. San Juan Evangelista sitúa también en este área el encuentro entre el Bautista y Jesús, que en ocasión del bautismo fue “ungido” por el Espíritu de Dios”.
“La primera piedra de una iglesia es símbolo de Cristo -afirmó Benedicto XVI-. La Iglesia se asienta en Cristo, Él la sostiene y no puede separarse de Él que es el único fundamento de toda comunidad cristiana. (…) Con Él también nosotros somos piedras vivas construidas como edificio espiritual. (…) La Iglesia es en Cristo una comunidad de vida nueva, una realidad dinámica de gracia que emana de Él”.
El Papa recordó que “entramos en la Iglesia mediante el Bautismo. La memoria del bautismo mismo de Cristo está vivamente presente ante nosotros en este lugar. Jesús se puso en fila con los pecadores y aceptó el bautismo de penitencia de Juan como un signo profético de su misma pasión, muerte y resurrección por el perdón de los pecados”. “¡Que el Jordán os recuerde siempre que habéis sido lavados en las aguas del Bautismo y os habéis convertido en miembros de la familia de Jesús!”, exclamó. “Vuestras vidas, obedeciendo a su palabra, están transformadas a su imagen y semejanza”.
“La contemplación de estos misterios -prosiguió- os enriquezca de gozo espiritual y valentía moral. Con el apóstol Pablo os exhorto a crecer en la entera serie de nobles actitudes que comprende el nombre “agape”, amor cristiano. Promoved el diálogo y la comprensión en la sociedad civil, especialmente cuando reivindicáis vuestros derechos legítimos. En Oriente Medio, marcado por sufrimientos trágicos, por años de violencia y cuestiones irresueltas, los cristianos están llamados a ofrecer su contribución, inspirada en el ejemplo de Jesús, de reconciliación y paz con el perdón y la generosidad”.
“Seguid manifestando vuestra gratitud a los que os guían y os sirven fielmente como ministros de Cristo -finalizó el Papa-. Hacéis bien siguiendo su guía en la fe, sabiendo que al recibir la enseñanza apostólica que os transmiten, acogéis a Cristo y al Único que lo envío”.
Después del rito de bendición de las primeras piedras, Benedicto XVI regresó a la nunciatura apostólica de Amman, donde pernoctó.