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Presentación de la V Conferencia

Valencia

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El matrimonio indisoluble entre hombre y mujer, la familia como pilar fundamental de la sociedad, y la responsabilidad de los padres como primeros educadores y formadores en la fe, constituyen la síntesis y las claves del mensaje del V Encuentro Mundial de las Familias clausurado ayer por el Papa con una misa que fue seguida por un millón y medio de personas.

Han sido siete días intensos de trabajo catequético papal, para transmitir al mundo desde Valencia que la familia sigue teniendo plena vigencia, que la Iglesia debe empeñar todo su esfuerzo pastoral en su renovación, porque en esta revitalización cristiana se juega el futuro inmediato de la humanidad.

Advertencia también para gobernantes y legisladores, a los que Benedicto XVI, en el discurso que cerró el encuentro con las familias el sábado por la noche les pidió, en tono cordial pero firme, que reflexionen sobre el bien que los hogares en paz y armonía aseguran al hombre.

LLAMADA A LA RESISTENCIA Los organizadores reservaron cuatro de esos siete días, justo los que precedieron a la llegada del Papa, para celebrar un Congreso Teológico sobre la familia. Cardenales, obispos, juristas, sociólogos, y representantes de nuevos movimientos reiteraron con contundencia el mensaje de que la sociedad va a su fin si no protege y cultiva la familia cristiana.

El cardenal Willian J. Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe aprovechó una ponencia para clarificar aún más este mensaje: “Los ciudadanos tienen la obligación de oponerse a las leyes injustas”, dijo en referencia concreta a la nueva legislación sobre los matrimonios que rige en España y quiere imponerse en el mundo.

En su mensaje final, el Papa, ante varios cientos de miles de personas, en su mayoría familias provenientes de toda España, afirmó que la ayuda y el reconocimiento a la familia es la “mejor garantía para asegurar la dignidad, la igualdad y la verdadera libertad de la persona”.

La misa contó con la asistencia de los Reyes, que saludaron al Pontífice a su llegada al altar erigido en el puente de Monteolivete, y también del presidente valenciano, Francisco Camps, y de la alcaldesa de la capital, Rita Barberá. Por el Gobierno asistieron el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y el titular de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, con cuya presencia el Ejecutivo estuvo “perfectamente representado”, según afirmó la vicepresidenta, María Teresa Fernández de Vega, para zanjar la polémica sobre la ausencia del presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, quien no fuera muy bien acogido por la multitud de asistentes al Encuentro, en actos previos.

La institución que hizo público un cálculo del número de asistentes a los actos protagonizados por el Papa fue el Ayuntamiento de la ciudad, que cifró en un millón y medio el número de personas presentes en calles, plazas y jardines de todo el perímetro urbano de Valencia.
SECULARIZACIÓN Y ABUELOS.

La cultura y la secularización que vive la sociedad en Europa por culpa del hedonismo que “acecha” a la familia, son otra de las preocupaciones en las que incidió este encuentro. Benedicto XVI dijo que se intenta organizar la vida social sólo a partir de deseos subjetivos y mudables, “sin referencia alguna a una verdad objetiva previa como son la dignidad de cada ser humano y sus deberes y derechos inalienables a cuyo servicio debe ponerse todo el grupo social”.

A los padres, el Papa, que defendió el papel de los abuelos, les recordó, categóricamente, que tienen “el derecho y el deber inalienable” de transmitir a los hijos la herencia cristiana. Aunque Benedicto XVI no tocó ayer el tema, cuando el 20 de mayo recibió al embajador de España ante la Santa Sede, Francisco Vázquez, exigió al Gobierno que la enseñanza de la religión se imparta en las escuelas “en condiciones equiparables” a las otras asignaturas.

Las dos horas que duró la misa, evidente demostración sobre la capacidad del Santo Padre Benedicto XVI, para movilizar a la masas estuvieron marcadas por un sol intenso, con 27,5 grados de temperaturas y un 60% de humedad relativa del aire, lo que obligó a muchos de los asistentes, incluso a concelebrantes y autoridades, a usar gorras y sombreros para protegerse. Al final de la misa, muchos jóvenes se lanzaron a los canales de agua del antiguo cauce del río Turia.

La alegría de la familia cristiana estaba presente en Valencia por encontrase con el Vicario de Cristo, que los convocó a México 2009, para el próximo Encuentro Mundial de la familia.
(Agencias)