Canonizacion

En su tercer día en Brasil el Papa Benedicto XVI canonizó al primer santo brasileño

Canonizacion

Ante más de un millón y medio de personas que se dieron cita en el Campo de Marte, el Papa Benedicto XVI canonizó ésta mañana a Frei Antonio de Santa Ana Galvão, el primer santo de origen brasileño, y en su homilía reiteró la necesidad de buscar la reconciliación con Dios, el prójimo y los demás para alcanzar la paz, así como la urgencia de “almas claras” que rechacen ser objetos de placer en el mundo.. Luego se reunirá con los obispos de Brasil, antes de partir hacia el santuario de Aparecida.

El Papa Benedicto XVI aseguró hoy que el mundo precisa de “vidas limpias” y “almas claras” que “rechacen ser consideradas criaturas objeto de placer”, durante la misa de canonización de Frei Galvao, el que ya es el primer santo brasileño, y a quien consideró un “bello ejemplo a seguir”. En su homilía, el Santo Padre también lanzó una crítica a los medios de comunicación que “ridiculizan la santidad del matrimonio y la virginidad antes del casamiento”.

Bajo un sol radiante, entre un millón y un millón y medio de personas asistieron a la misa, celebrada en el aeropuerto de Campo de Marte, uno de los eventos más importantes y esperados de la visita a Brasil del Romano Pontífice, la primera al continente. Los fieles asistieron con atención al desarrollo de la Misa e interrumpieron al Papa con aplausos y aclamaciones al inicio de la Homilía cuando el Santo Padre les dijo: “El Papa os ama, y os ama porque Jesucristo os ama”.

En su Homilía, el Papa recogió unas palabras de Frei Galvao, presentes en su consagración a la castidad, cuando pidió a Dios que le quitara la vida antes de ofender a Su hijo, palabras que, dijo, son “actuales para nosotros, que vivimos en una época tan llena de hedonismo”. “Son palabras fuertes, de una alma apasionada, que deberían formar parte de la vida normal de cada cristiano, sea consagrado o no, y despertar deseos de fidelidad a Dios dentro y fuera del matrimonio”, indicó el Santo Padre, antes de considerar que el mundo “necesita de vidas limpias, de almas claras, de inteligencias simples que rechacen ser considerdadas criaturas de objeto de placer”.

En este sentido, Benedicto XVI indicó que es “necesario decir no a aquellos medios de comunicación que ridiculizan la santidad del matrimonio y la virginidad antes del casamiento”, palabras que provocaron la segunda interrupción de los fieles, que aplaudieron al Santo Padre. Para ello, dijo, la Virgen es “la mejor defensa contra los males que afligen la vida moderna”. Así, defendió, la devoción mariana es “garantía segura de protección maternal y de amparo en la hora de la tentación”. Puso como ejemplo a Frei Galvao, que “se entregó de manera irrevocable a la Madre de Jesús desde su Juventud, queriendo pertenecerle para siempre”.

“HOMBRE DE PAZ Y CARIDAD”

Tras su canonización, el Papa destacó la “disponibilidad” de Frei Galvao “para servir al pueblo siempre que era solicitado”. “Consejero de fama, pacificador de las almas y de las familias, dispensador de la caridad especialmente de los pobres y de los enfermos”, así era el primer santo brasileño, en palabras del Santo Padre, que se hizo también eco de los franciscanos del siglo XVII, que definían a su hermano como “hombre de paz y santidad”.

“La fama de su inmensa caridad no tenía límites”, afirmó el Papa, subrayando como eran especialmente los pobres y enfermos “en el cuerpo y en el espíritu”, a los que acogía “paternalmente”. Por ello, dijo, Dios “nos pide que sepamos amar, inspirándonos en el Santo de Guaratinguetá”.

Asimismo, el Papa tuvo palabras para la V Conferencia General el Episcopado de América Latina y Caribe (CELAM), que comenzará el próximo domingo en Aparecida, y que el mismo Benedicto tendrá ocasión de inaugurar con una misa. De este modo, recordó, la Conferencia tendrá como tema básico ”Discípulo y misioneros de Jesúcristo, para que en Él los pueblos tengan vida”. “¿Cómo no ver entonces la necesidad de acudir con renovado ardor a la llamada, para responder generosamente a los desafíos que la Iglesia en Brasil y en América Latina está llamada a afrontar?”

BRASIL TIENE SU PRIMER SANTO

Fue alrededor de las 10:10 horas local cuando el fraile franciscano pasó a ser santo. “Declaramos y definimos como santo al beato Antonio de Sant”Anna Galvao, y lo inscribimos en la lista de los santos. Y establecemos que en toda la Iglesia sea devotamente honrado entre los santos”, dijo el Papa en ese momento.

Poco después, la hermana Celia Cadorin, que presentó la causa de canonización del fraile al Vaticano, tuvo la ocasión de besar al Papa. También Sandra Grossi y su hijo Enzo, fruto del segundo milagro atribuido al ya santo, se acercaron al Santo Padre con las reliquias de Frei Galvao. El primero de los milagros fue la curación de una niña portadora de hepatitis que llegó a estar ingresada en un hospital, en 1990.

Nacido en 1739 en Guaratinguetá, localidad que el Santo Padre visitará mañana, Frei Galvao quería ser jesuíta pero acabó siendo franciscano, debido a la persecución que sufría por esta época la Compañía de Jesús. En Sao Paulo, donde vivió hasta su muerte, en 1822, se dedicó a la oración, el trabajo intenso, las misiones populares y la caridad.

Fundó un convento de Santa Clara, en una época en que las leyes feudales imponían enormes restricciones a la Iglesia. Después, él mismo ayudó a la construcción del Monasterio de la Luz, en Sao Paulo, donde hoy todavía viven las monjas de la congregación religiosa que fundó, y donde descansa su tumba.

Precisamente su implicación activa en el levantamiento del monasterio le llevaron a ser aclamado como el santo protector de los trabajadores de la construcción civil, pero parece que finalmente es más posible que se convierta en el santo de las mujeres embarazadas, que desean estarlo o que se enfrentan a partos difíciles. Son muchas las mujeres en estos casos que recurren a las conocidas ”pílulas” de Frei Galvao, unas píldoras formadas por papel de arroz comestible con una pequeña oración: ”Virgen María, después del parto permaneciste virgen. Intercede por nosotros. Amén”

La misa de canonización de Frei Galvao es la segunda de las tres ceremonias públicas presididas por el Papa en Brasil, donde permanecerá hasta el domingo, día en que inaugurará la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

Los observadores vaticanistas comentan que pocas veces una celebración como ésta se celebra en el propio país de origen del santo.

Esta misa además tiene la particularidad de que es oficiada en portugués, una lengua que el Papa ha usado desde que puso el pie en suelo brasileño, lo que ha sido recibido muy positivamente por los fieles.

Tras la ceremonia, el Pontífice fue recibido por los obispos brasileños en la catedral de la capital económica del país. Allí prevé pronunciar una homilía y se espera que esboce las orientaciones para la Iglesia Católica de Brasil, que reúne la mayor cantidad de fieles del mundo.

Posteriormente, hará un recorrido de cinco kilómetros en “papamóvil” y después, a las 18:00 horas locales (21:00 GMT) , se trasladará hasta Aparecida, pequeña localidad a 170 kilómetros de Sao Paulo, donde se hospedará en el Seminario “Buen Jesús”.

Publicamos la Homilía del Papa Benedicto XVI leyó en la Santa Misa y Canonización del Beato Frei Galvão

Señores Cardenales
Señor Arzobispo de São Paulo

y Obispos de Brasil y de América Latina
Distinguidas autoridades
Hermanas y Hermanos en Cristo,

«Bendeciré continuamente al Señor / su alabanza no dejará mis labios» (Sal 33,2)

1. Alegrémonos en el Señor, en este día en el que contemplamos otra de las maravillas de Dios que, por su admirable providencia, nos permite saborear un vestigio de su presencia, en este acto de entrega de Amor representado en el Santo Sacrificio del Altar.

Sí, no dejemos de alabar a nuestro Dios. Alabemos todos nosotros, pueblos de Brasil y de América, cantemos al Señor sus maravillas, porque hizo en nosotros grandes cosas. Hoy, la Divina sabiduría permite que nos encontremos alrededor de su altar en acción de alabanza y de agradecimiento por habernos concedido la gracia de la Canonización de Fray Antonio de Sant’Anna Galvão.

Quiero agradecer las cariñosas palabras del Arzobispo de São Paulo, que fue la voz de todos vosotros. Agradezco la presencia de cada uno y de cada una, quiera que sean moradores de esta gran ciudad o venidos de otras ciudades y naciones. Me alegro de que a través de los medios de comunicación, mis palabras y las expresiones de mi afecto puedan entrar en cada casa y en cada corazón. Tengan certeza: el Papa os ama, y os ama porque Jesucristo os ama.

En esta solemne celebración eucarística fue proclamado el Evangelio en el cual Cristo, en actitud de gran arrobamiento, proclama: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas a los sabios y entendidos y las revelaste a los pequeños» (MT 11,25). Por eso, me siento feliz porque la elevación de Fray Galvão a los altares quedará para siempre enmarcada en la liturgia que hoy a Iglesia nos ofrece.

Saludo con afecto, a toda la comunidad franciscana y, de modo especial a las monjas concepcionistas que, desde el Monasterio de la Luz, de la capital paulista, irradian la espiritualidad y el carisma del primer brasileño elevado a la gloria de los altares.

2. Dimos gracias a Dios por los continuos beneficios alcanzados por el poderoso influjo evangelizador que el Espíritu Santo imprimió en tantas almas a través de Fray Galvão. El carisma franciscano, evangélicamente vivido, produjo frutos significativos a través de su testimonio de fervoroso adorador de la Eucaristía, de prudente y sabio orientador de las almas que lo buscaban y de gran devoto de la Inmaculada Concepción de María, de quien él se consideraba ‘hijo y perpetuo esclavo’.

Dios viene a nuestro encuentro, “busca conquistarnos – hasta la Última cena, hasta al Corazón traspasado en la cruz, hasta las apariciones y las grandes obras por las cuales Él, a través de la acción de los Apóstoles, guió el camino de la Iglesia naciente” (Carta encl. Deus caritas est, 17). Él se revela a través de su Palabra, en los Sacramentos, especialmente de la Eucaristía. Por eso, la vida de la Iglesia es esencialmente eucarística. El Señor, en su amorosa providencia nos dejó una señal visible de su presencia.

Cuando contemplemos en la Santa Misa al Señor, levantado en el alto por el sacerdote, después de la Consagración del pan y del vino, o lo adoramos con devoción expuesto en la Custodia renovamos con profunda humildad nuestra fe, como hacía Fray Galvão en “laus perennis”, en actitud constante de adoración. En la Sagrada Eucaristía está contenido todo el bien espiritual de la Iglesia, o sea, el mismo Cristo, nuestra Pascua, el Pan vivo que bajó del Cielo vivificado por el Espíritu Santo y vivificante porque da Vida a los hombres. Esta misteriosa e inefable manifestación del amor de Dios por la humanidad ocupa un lugar privilegiado en el corazón de los cristianos. Deben poder conocer la fe de la Iglesia, a través de sus ministros ordenados, por la ejemplaridad con que éstos cumplen los ritos prescritos que están siempre indicando en la liturgia eucarística el centro de toda obra de evangelización. Por su parte, los fieles deben buscar recibir y reverenciar el Santo Sacramento con piedad y devoción, queriendo acoger al Señor Jesús con fe y siempre, cuando fuese necesario, sabiendo recurrir a Sacramento de la reconciliación para purificar el alma de todo pecado grave.

3. Significativo es el ejemplo de Fray Galvão por su disponibilidad para servir el pueblo siempre que le era pedido. Consejero de fama, pacificador de las almas y de las familias, dispensador de la caridad especialmente de los pobres y de los enfermos. Muy buscado para las confesiones, pues era celoso, sabio y prudente. Una característica de quien ama

de verdad es no querer que el Amado sea agraviado, por eso la conversión de los pecadores era la grande pasión de nuestro Santo. La Hermana Helena María, que fue la primera “recogida” destinada a dar inicio al “Recogimiento de Nuestra Señora de la Concepción”, testimonió aquello que Fray Galvão dijo: “Rezad para que Dios Nuestro Señor levante a los pecadores con su potente brazo del abismo miserable de las culpas en las que se encuentran”. Pueda esa delicada advertencia servirnos de estímulo para reconocer en la misericordia divina el camino para la reconciliación con Dios y con el prójimo y para la paz de nuestras conciencias.

4. Unidos en comunión suprema con el Señor en la Eucaristía y reconciliados con Dios y con nuestro prójimo, seremos portadores de aquella paz que el mundo no puede dar. ¿Podrán los hombres y las mujeres de este mundo encontrar la paz si no se concientizan acerca de la necesidad de reconciliarse con Dios, con el prójimo y consigo mismos? De elevado significado fue, en este sentido, aquello que la Cámara del Senado de Sao Paulo escribió al Ministro Provincial de los Franciscanos al final del siglo XVIII, definiendo a Fray Galvão cómo “hombre de paz y de caridad”. ¿Qué nos pide el Señor?: «amaos unos a otros como yo os amo». Pero luego a continuación añade: que «deis fruto y vuestro fruto permanezca» (cf. Jn 15, 12.16). ¿Y qué fruto nos pide Él, sino que sepamos amar, inspirándonos en el ejemplo del Santo de Guaratinguetá?

La fama de su inmensa caridad no tenía límites. Personas de toda la geografía nacional iban a ver a Fray Galvão que a todos acogía paternalmente. Eran pobres, enfermos en el cuerpo y en el espíritu que le imploraban ayuda.

Jesús abre su corazón y nos revela el pilar de todo su mensaje redentor: «Nadie tiene mayor amor que aquél que da la vida por sus amigos» (ib.v.13). Él mismo amó hasta entregar su vida por nosotros sobre la Cruz. También a acción de la Iglesia y de los cristianos en la sociedad debe poseer esta misma inspiración. Las pastorales sociales si son orientadas para el bien de los pobres y de los enfermos, llevan en sí mismas este sello divino. El Señor cuenta con nosotros y nos llama amigos, pues solo a los que se ama de esta manera, se es capaz de dar la vida proporcionada por Jesús con su gracia.

Como sabemos la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano tendrá como tema básico: “Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que en Él nuestros pueblos tengan vida”. ¿Cómo no ver entonces la necesidad de acudir con renovado ardor a la llamada, a fin de contestar generosamente a los desafíos qué la Iglesia en Brasil y en
América Latina está llamada a enfrentar?

5. «Venid a mí, os que estáis aflictos bajo el fardo, y yo os aligeraré», dice el Señor en El Evangelio, (MT 11,28). Ésta es la recomendación final que el Señor nos dirige. Cómo no ver aquí este sentimiento paterno y, al mismo tiempo materno, ¿de Dios por todos sus hijos? María, la Madre de Dios y Madre nuestra, se encuentra particularmente ligada a nosotros en este momento. Fray Galvão, asumió con voz profética la verdad de la Inmaculada Concepción. Ella, la Tota Pulchra, la Virgen Purísima que concibió en su seno al Redentor de los hombres y fue preservada de toda mancha original, quiere ser el sello definitivo de nuestro encuentro con Dios, nuestro Salvador. No hay fruto de la gracia en la historia de la salvación que no tenga como instrumento necesario la mediación de Nuestra Señora.

De hecho, éste nuestro Santo se entregó de modo irrevocable a la Madre de Jesús desdesu juventud, queriendo pertenecerle para siempre y escogiendo la Virgen María como Madre y Protectora de sus hijas espirituales.

¡Queridos amigos y amigas, qué bello ejemplo a continuación nos dejó Fray Galvão! Como son actuales para nosotros, que vivimos en una época tan llena de hedonismo, las palabras que aparecen en la cédula de consagración de su castidad: “quitadme antes la vida que ofender a tu bendito Hijo, mi Señor”. Son palabras fuertes, de un alma apasionada, que deberían hacer parte de la vida normal de cada cristiano, sea él consagrado o no, y que despiertan deseos de fidelidad a Dios dentro o fuera del matrimonio. El mundo necesita de vidas limpias, de almas claras, de inteligencias simples que rechacen ser consideradas criaturas objeto de placer. Es necesario decir no a aquellos medios de comunicación social que ridiculizan la santidad del matrimonio y la virginidad antes del casamiento.

Es en este momento que tendremos en Nuestra Señora la mejor defensa contra los males que afligen la vida moderna; la devoción mariana es garantía cierta de protección maternal y de amparo en la hora de la tentación. ¿No será esta misteriosa presencia de la Virgen Purísima cuándo invoquemos protección y auxilio a la Señora Aparecida? Vamos a depositar en sus manos santísimas la vida de los sacerdotes y laicos consagrados, de los seminaristas y de todos los vocacionados para la vida religiosa.

6. Queridos amigos, permitidme concluir evocando la Vigilia de Oración de Marienfeld en Alemania: delante de una multitud de jóvenes, quise definir a los Santos de nuestra época como verdaderos reformadores. Y añadía: “solo de los Santos, solo de Dios proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo” (Homilía, 25/08/2005). Ésta es la invitación que hago hoy a todos vosotros, del primero al último, en esta inmensa Eucaristía. Dios dijo: «Sed santos, como Yo soy Santo» (Lv 11,44). Agradezcamos a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo, de los cuales nos vienen, por intercesión de la Virgen María, todas las bendiciones del cielo; este don que, juntamente con la fe es la mayor gracia que el Señor puede conceder a una criatura: el firme deseo de alcanzar la plenitud de la caridad, en la convicción de qué no solo es posible, como también necesaria la santidad, cada cuál en su estado de vida, para revelar al mundo el verdadero rostro de Cristo, nuestro amigo!

¡Amén!