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Estrategia para promover el aborto en América Latina

Fuente: Population Research Institute

Los promotores del aborto en América Latina han ido creando nuevos modos de acción para lograr su cometido. Desde hace un buen tiempo han abandonado el esquema único de promover una ley desde el poder ejecutivo o legislativo que legalice o despenalice el aborto. Una de las razones es que han venido fracasando una y otra vez. Conviene entonces conocer estos nuevos métodos, estar alertas y estar preparados para enfrentarlos.

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¿Cuáles son estos nuevos modos de acción?

a) la reinterpretación ideológica de la CEDAW y otros tratados internacionales en derechos humanos.

b) la multiplicación de ONGs a favor de los derechos sexuales y reproductivos (ver por ejemplo http://www.convencion.org.uy/menu1-13.htm

c) el uso de los litigios internacionales y nacionales en las cortes constitucionales o en la Corte Internacional de Derechos Humanos.

d) la penetración de la ideología de género en el ámbito de las políticas públicas.

e) la denominación de salud sexual y reproductiva a todos los programas de planificación familiar.

f) la representatividad en la sociedad civil para influir en la política y el gasto públicos.

g) la atención al aborto incompleto para ir creando servicios de aborto quirúrgico y médicos capacitados en hacer esos procedimientos mientras no se aprueba una ley que despenalice el aborto.

h) el trabajo comunicacional centrado en la exageración de muertes maternas para sensibilizar hacia la necesidad del aborto legal.

i) el trabajo de demolición a la Iglesia Católica y a sus representantes bajo la excusa del “estado laico”.

j) el trabajo de lobby permanente con parlamentarios para suscitar proyectos de ley de “salud reproductiva” para seguir con otros sobre “derechos reproductivos”, “autonomía sexual” y “orientación sexual” demás eufemismos para socavar la protección legal a la vida y a la familia.

k) la venta e implementación de programas públicos de “anticoncepción de emergencia” Son relativamente nuevos pero siguen patrones similares que pueden ser identificados.

El manejo de la información adecuada con respecto a algunos de ellos ha sido muy útil para enfrentar mejor algunas coyunturas en nuestra región.

Manipulación del lenguaje

En prácticamente todos los temas del campo de la bioética se está produciendo un acelerado y generalizado generalizado cambio de mentalidad, inducido por engaños y verdades a medias. Con estas confusiones se logra polarizar la opinión pública hacia los intereses de la cultura de la muerte (esto es: la defensa del aborto, la eutanasia, la instrumentalización de embriones, etc…) basada en un profundo desprecio hacia la vida humana, que se llega a contemplar como un objeto al servicio de los intereses de terceros (en el caso de la manipulación de embriones) o como un mal a aniquilar (en el caso de la eutanasia y el aborto)

Estos engaños se dan a través de diferentes tipos de argumentaciones:

1- Aquellas que nos hacen creer que la intención de estos actos es defender a las personas y sus derechos fundamentales (por ejemplo: el aborto como medio de preservar la dignidad de la mujer)

2- Las que niegan u ocultan las alternativas que permiten defender más eficaz y lícitamente esas mismas personas y esos mismos derechos (p.ej: en el campo de la medicina reparadora, ocultar que los resultados obtenidos con células madre de adulto son mucho más alentadores que los obtenidos con células madre procedentes de embriones).

3- Las que ignoran el mal, el dolor y el sufrimiento que tales acciones comportan (p.ej: las secuelas psicopatológicas del aborto en la mujer)

4- Aquellas que intentan negar la naturaleza humana del embrión (p.ej: alegar sin fundamento que el embrión no es vida, no es humano o no es más que un apéndice del cuerpo de la madre).

Para vehiculizar y disimular estas tergiversaciones se ha hecho uso (o abuso), del lenguaje: se han introducido nuevas palabras y expresiones de significados confusos o equívocos, que:

– Desvían la atención de la realidad objetiva y completa a la que se refieren,

– Ocultan las connotaciones que nos recuerdan lo que tienen de inhumano e

– Introducen engañosos matices con los que simular normalidad, inocuidad e incluso caridad.

Un ejemplo muy representativo de este tipo de manipulaciones es la sustitución de la palabra “aborto” por la expresión “interrupción voluntaria del embarazo”: este discreto cambio supone, en primer lugar, omitir la palabra “aborto” que tan dura suena (por ser tan explícita); en segundo lugar, aparta la atención del tema principal (la aniquilación del embrión o del feto) para centrarla en las actuaciones y las consecuencias sobre el cuerpo y la fisiología de la mujer que todo aborto supone. Además, incluye el adjetivo “voluntaria”, insistiendo en el hecho de que se trata de una decisión libremente tomada por una mujer, es decir, recalcando que, en realidad (o, mejor dicho, en apariencia), lo que se pretende defender es a la mujer, su dignidad y sus derechos.

Así, parecen olvidar que el embarazo es cosa de dos (del hijo y de la madre) y no sólo de la mujer; parecen olvidar también que un aborto supone, esencialmente, acabar con una vida humana (la más inocente e indefensa de todas) y no poner fin a un proceso fisiológico de la mujer como podría ser la digestión o el sueño.

Lo mismo sucede con otras tantas expresiones como “pre-embrión” (para referirse al embrión no implantado), “píldora del día después” (en lugar de fármaco abortivo cuyo mecanismo de acción consiste en impedir la implantación), “aborto terapéutico” (para denominar aquellos abortos que se practican por considerar que el embarazo y la maternidad suponen un elevado riesgo para la salud de la madre), “clonación terapéutica”, “eutanasia”, “prevención de la enfermedad” (refiriéndose a la aniquilación de los embriones que supuestamente padecen alguna patología), “salud reproductiva” (en lugar de estrategias para el control de la natalidad incluyendo anticoncepción, esterilización y aborto) y un larguísimo etcétera.

Muy concisa, sencilla y rigurosamente se ha escrito ya acerca de todos estos temas de ingente actualidad e importancia, de modo que no es intención de este artículo reflexionar ampliamente sobre ellos. Tan sólo pretende poner de relieve un sutil cambio de significados que ha llevado a legitimar el aborto y la manipulación de embriones: se trata de la falacia que permite concluir (erróneamente) que la destrucción del embrión no implantado es un tipo de anticoncepción, en lugar de un aborto.