Bicentenario

Camino al Bicentenario
Virgen del Carmen, Patrona de Chile

Hacia la celebración del Bicentenario de Chile, publicaremos una serie de textos y extractos, que servirán para conocer la historia de nuestra nación, la cual desde sus inicios está cimentada en la religión y devoción católica.

La Devoción Católica en Chile
Nuestro país ha sido forjado como una nación con sólidas bases católicas. Desde la Conquista pasando por la Independencia y luego consolidarse en una Republica, Chile ha sido conformado bajo las enseñanzas de la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, por lo que no es ajeno a la historia social y política del país la presencia de la Iglesia Católica.

Camino al Bicentenario queremos publicar algunos escritos que nos enseñaran como la fe ha acompañado al desarrollo de esta nación en estos 200 años.

Faro de irradiación (en la devoción de culto a Ntra. Señora del Carmen)

En 1570, la Iglesia de la Merced ostentaba un altar a la Virgen del Carmen. Esta Virgen de busto, cayó en poder de los nativos en 1609, quienes la azotaron en represalia, pero no quedó en sus manos, gracias al Hermano Lucas, lego de San Francisco que la rescató.

Como se ve la tradición del Carmen nació en Santiago, pero quienes se sacrificaron por ella merecen un lugar señalado en la gratitud nacional. Los Padres Agustinos y la ciudad de Concepción. En 1643, estos religiosos, con un grupo de connotados vecinos de la ciudad de Concepción, fundaron la primera Cofradía de Nuestra Señora del Carmen en Chile.

Refiriéndose a este hecho, dijo lo siguiente el cronista de la Orden: “Fue éste de la Cofradía del Carmen, el primer impulso dado a la piedad de los fieles, la acreció en tanto grado, que los Agustinos se vieron obligados a erigir en todos sus conventos la misma Cofradía.

Fundación del primer convento de Carmelitas

En 1680 el corsario Bartolomé Sharp, llega a las costas de Tarapacá, cae como un gavilán sobre el puerto de Coquimbo, lo asalta, pasa a La Serena, entra a la misma iglesia matriz y se apodera de los vasos sagrados, derrama sobre el pavimento las hostias y, como completa la leyenda, celebra una orgía en su barco esa misma noche, bebiendo en los cálices consagrados.

La consternación cunde en todo el territorio, porque la gente no sólo sufre con el asalto y la depredación, sino con el sacrilegio. Hay públicas rogativas: se expone el Santísimo en los templos y se renuevan en todos los pueblos los actos de desagravio a la Divina Majestad, ofendida y vilipendiada.

¿Cómo reparar ante N. S. Jesucristo, tamaño crimen inaudito?

Fray Juan de la Concepción, religioso Carmelita portugués, quien llegó solo a Chile trayendo una estampa en lienzo de la Virgen del Carmen, dio la respuesta: una fundación de un Convento de Religiosas Carmelitas. Poniéndose de acuerdo con el Capitán don Francisco Bardesi, se dieron a la tarea de construir el Monasterio, entregando para este objeto, el Capitán de Artillería, D. Francisco Bardesi, una chacra de unas tres hectáreas frente al Huelen, con su modesta casona antigua.

La Virgen del Carmen y la Independencia de Chile Caída del antiguo régimen

Una fecha memorable
Tal es aquella en que renuncia el mando del Reino de Chile el último de los Gobernadores españoles; así podemos llamar a don Francisco Antonio García Carrasco: sólo queremos tomar nota del día en que ello se realiza, y de la manera cómo se lleva a cabo, a pesar de tantas dificultades, un acto tan trascendental de la historia patria.

Abramos la página de las Efemérides Chilenas; he aquí lo que en ellas se escribe: “16 de Julio de 1810, Aniversario de Nuestra Señora del Carmen”. A requisición de la Real Audiencia, del Cabildo y del pueblo, el Gobernador García Carrasco renuncia hoy el mando del Reino ante una Junta de guerra que al efecto reúne en su propio palacio. (Briseño: Antigüedades Chilenas, pág. 492).

Los conventos de religiosas

La vida conventual femenina durante la colonia se desarrolló de manera paralela al crecimiento que experimentó la sociedad en su conjunto y la ciudad de Santiago en particular. La presencia de los conventos, tanto masculinos como femeninos, fue de gran significación para la sociedad de ese tiempo. Se destacaban nítidamente en el entramado urbano por las torres que coronaban sus iglesias de altos muros, por la superficie que ocupaban y por la extensión y altura de los murallones que los rodeaban y los aislaban del mundo. Pero si sus edificios y sitios constituían hitos esenciales de la estructura urbana, más importancia tenían desde el punto de vista social. Limitándonos sólo a las órdenes femeninas, su existencia garantizaba a la sociedad laica una especie de seguro o garantía de carácter espiritual. La existencia de comunidades entregadas a la oración y a servir a Cristo era vista favorablemente por los vecinos, que las consideraban como las intercesoras naturales ante la divinidad. Debido a su compromiso de vida, sus ruegos para alcanzar determinadas gracias o para liberar de algún mal de efecto individual o colectivo serían más fácilmente escuchados. Pero, además, dichas instituciones permitían canalizar las inquietudes espirituales de numerosas mujeres, para quienes entrar en un convento y dedicar su vida a Dios implicaba su realización personal. En la medida que la santidad era vista como el modelo de perfección más digno de ser imitado, abundaron las mujeres que se interesaron por ingresar a los conventos, porque en ellos, alejados de las tentaciones del siglo, podían forma entrar en comunión con Dios…

Hacia fines del período colonial existían en el país ocho conventos femeninos, de los cuales siete estaban en Santiago y el restante en concepción. Los más antiguos eran el de las agustinas, fundado en 1574, y el de las clarisas, establecido en Santiago en 1604, pero originalmente erigido en Osorno el año 1571, desde donde debió emigrar a raíz del alzamiento de 1599. Las clarisas de la Victoria y las carmelitas de San José fueron del último tercio del siglo XVII, y el resto, del siglo XVIII.

La fundación de la mayoría de los conventos está asociada a la iniciativa de laicos piadosos que aportaron los recursos básicos para que las instituciones pudieran funcionar. Junto a ellos fue determinante la intervención de los obispos, que respaldaron las proposiciones y gestionaron las autorizaciones canónicas y políticas correspondientes.(a)

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(a)“Historia de la Vida Privada en Chile. El Chile tradicional de la Conquista a 1840”, Rafael Sagredo, Cristián Gazmuri

Procesión de la Virgen del Carmen

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