Mes del Santo Rosario, dedicado a orar por la paz y las vocaciones sacerdotales y religiosas

En la Audiencia General del miércoles 24 de septiembre pasado, el Santo Padre León ha querido recordarnos una de las más bellas y eficaces oraciones en la vida de la Iglesia: “el mes de octubre, ya cercano, en la Iglesia está dedicado particularmente al santo Rosario.  Por eso invito a todos, cada día del próximo mes, a rezar el Rosario por la paz, personalmente, en familia y en comunidad”.

Como hijos e hijas de la Iglesia, nos unimos de corazón a esta invitación. Siguiendo una sugerencia de nuestra Comisión de Pastoral Vocacional, quiero también solicitar a cada uno, a las familias, a las comunidades parroquiales y capillas, a los colegios y movimientos, que, junto a la oración por la paz del mundo, este mes sea una ocasión para orar diariamente por las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, invocando a la Madre de Dios, con el rezo del Santo Rosario. Como enseñó San Juan Pablo II: “Hoy, más que nunca, el mundo necesita sacerdotes, religiosos, hermanas y almas consagradas para atender las inmensas necesidades de la humanidad. Hay niños y jóvenes que esperan que alguien les enseñe el camino de la salvación; hay hombres y mujeres cuyo arduo trabajo diario les hace sentir con mayor intensidad la necesidad de Dios; hay ancianos, enfermos y personas que sufren que esperan que alguien se incline ante sus tribulaciones y les abra la esperanza del Cielo. Es un deber del pueblo cristiano pedir a Dios, por intercesión de la Virgen, que envíe obreros a su mies (cf. Mt 9,38), haciendo que muchísimos jóvenes escuchen su voz, estimulando sus conciencias a los valores sobrenaturales y haciéndoles comprender y valorar, en toda su belleza, el don de esta llamada”. (Homilía, 1 -5- 1979).

Pidamos por intercesión de la Santísima Virgen y de nuestro Patrono San Bernardo, que Dios Nuestro Señor quiera concedernos numerosos y santo sacerdotes, que cumplan el ideal que nuestro santo señalaba al Papa Eugenio III: “El sacerdote debe ser como un espejo limpio y resplandeciente: si se mancha, oscurece la luz; si resplandece, ilumina a los demás.” (Carta, De consideratione, libro II, cap. 13).

Con mi afectuosa bendición.

+Juan Ignacio González Errázuriz.

Obispo de San Bernardo