Al término de la misa presidida por el cardenal Luis Antonio Tagle en la basílica de San Pedro, con motivo del jubileo de los misioneros digitales, León XIV los exhorta a «reparar las redes», anunciando la paz en los «dramáticos lugares de guerra», así como en los «corazones vacíos de quienes han perdido el sentido de la existencia». La «belleza» y la «luz de la verdad» son las claves para vencer la lógica de la «frivolidad» y las «fake news».
La primera llamada de los apóstoles tiene lugar entre redes rotas, con las manos inmersas en la paciente tarea de remendarlas. Hoy, dos mil años después, otra red reclama atención: es la web, un frágil entramado de conexiones y voces que cada día nos habla de un mundo «desgarrado por la enemistad y por las guerras». Remendarla significa «anunciar al mundo la paz», recoser el tejido roto de la humanidad, en «los dramáticos lugares de guerra», así como «en los corazones vacíos de quienes han perdido el sentido de la existencia». Este es el mandato que el Papa León XIV confía a los influencers de nuestro tiempo: ser «agentes de comunión», capaces no solo de reparar, sino también de romper —cuando sea necesario— la lógica estéril «de la división y de la polarización». Y hacer viral la «belleza» y la «luz de la verdad».
El Pontífice llegó a la Basílica de San Pedro al término de la misa presidida por el cardenal Luis Antonio Tagle, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, con motivo del Jubileo dedicado precisamente a los influencers católicos y a los misioneros digitales. Son 1100 los que han llegado a Roma en estos días, procedentes de 146 países diferentes, y muchos de ellos se encuentran entre los 1400 presentes en la basílica vaticana. Son ellos quienes dan la bienvenida al Pontífice, con los brazos y las banderas en alto y los teléfonos listos para inmortalizar una sonrisa o un apretón de manos. El Papa León se dirige a los jóvenes en tres idiomas: italiano, inglés y español.
Paz en los corazones y en las acciones
«¡La paz esté con ustedes!», desde su primer saludo en la Plaza de San Pedro, esta invocación acompaña el pontificado de León XIV. «Cuánto necesitamos la paz en este tiempo nuestro, desgarrado por la enemistad y las guerras», admite, deseando que habite en los corazones y se traduzca en las acciones cotidianas de cada uno.
Esta es la misión de la Iglesia: ¡anunciar la paz al mundo! ¡La paz que viene del Señor, que venció a la muerte, que nos trae el perdón de Dios, que nos da la vida del Padre, que nos muestra el camino del Amor!
Alimentar con esperanza
Una misión que, en el caso de los influencers, se traduce en «alimentar con esperanza cristiana las redes sociales y los entornos digitales».
La paz necesita ser buscada, anunciada y compartida en todos los lugares, tanto en los dramáticos escenarios de guerra como en los corazones vacíos de quienes han perdido el sentido de la existencia y el gusto por la interioridad, de la vida espiritual.
Hasta los confines existenciales
Y precisamente en el presente, «quizá más que nunca», se hace necesaria la presencia de «discípulos misioneros», capaces de dar voz a la esperanza viva de Cristo «hasta los confines de la tierra». No se trata de líneas trazadas en un mapa, sino de horizontes dondequiera que aparezca «un corazón que espera, un corazón que busca, un corazón que necesita», «hasta los confines de la tierra, hasta los confines existenciales donde no hay esperanza».
Valorizar la creatividad
Leone XIV pasa luego al inglés, su lengua materna, planteando a los misioneros digitales un segundo «reto», el de buscar «la carne sufriente de Cristo» en el prójimo. Mantener así también humana una cultura, la actual, «profundamente marcada y construida por la tecnología».
La ciencia y la técnica influyen en nuestra forma de ser y de estar en el mundo, hasta el punto de afectar incluso a la comprensión de nosotros mismos y a nuestra relación con los demás y con Dios. Pero nada de lo que proviene del hombre y de su ingenio debe ser doblegado hasta mortificar la dignidad del otro. Nuestra misión, vuestra misión, es alimentar una cultura de humanismo cristiano, y hacerlo juntos. Esta es para nosotros la belleza de la «red».