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Comunicado del Episcopado Colombiano sobre Eutanasia y Suicidio Asistido

BOGOTÁ, jueves, 4 octubre 2007.- El Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, aseguró que pese al lenguaje que se utilice en un proyecto de ley que se presenta al Senado, la eutanasia «es un homicidio, que no lo atenúa, ni la falsa piedad, ni la solicitud del paciente, en el caso del suicidio asistido».

«Los argumentos planteados por los Senadores que presentan dicho proyecto atentan contra los valores propios de nuestra cultura, que desde siglos, siempre ha experimentado el dolor y la muerte con un sagrado respeto y un sentido trascendente», afirma Mons. Castro Quiroga en un comunicado al respecto.

El Presidente de la CEC reitera que la muerte es el «destino inevitable» de todo ser humano y de los seres vivos, pero aclara que morir dignamente «no puede entenderse como el derecho a terminar con la vida de acuerdo a condiciones propicias creadas artificialmente por los servicios médicos o por un equivocado sentimiento de misericordia con el enfermo».

COMUNICADO DEL PRESIDENTE
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL
EN RELACIÓN CON EL PROYECTO DE LEY ESTATUTARIA
05 DE 2007 SENADO SOBRE LA LEGALIZACIÓN
DE LA EUTANASIA Y EL SUICIDIO ASISTIDO

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No es lo mismo muerte digna que eutanasia

1. VIVIR DIGNAMENTE Y MORIR DIGNAMENTE: La vida humana es un bien superior y un derecho inalienable que no puede estar al arbitrio de la decisión de otros, ni de la de uno mismo. Todo ser humano tiene derecho a una vida digna que le permita realizarse como tal y buscar su propia felicidad. El sentido de la dignidad humana implica la búsqueda y el desarrollo de las condiciones físicas, psicológicas, espirituales y morales propias de la persona humana.

La muerte es el destino inevitable de todo ser humano, una etapa en la vida de todos los seres vivos que -quiérase o no, guste o no- constituye el horizonte natural del proceso vital. Morir dignamente no puede entenderse como el derecho a terminar con la vida de acuerdo a condiciones propicias creadas artificialmente por los servicios médicos o por un equivocado sentimiento de misericordia con el enfermo. El verdadero sentido de la muerte digna está en la conclusión natural del proceso vital en condiciones humanas de asistencia médica, familiar y espiritual.

2. VALOR HUMANO DEL SUFRIMIENTO Y DEL DOLOR: Muchos creen que la dignidad humana se degrada por el hecho del sufrimiento y del dolor. Esta es una manera parcial de mirar a la persona que sabe que el dolor y el sufrimiento son parte integrante de su existencia, del cual no puede huir sino asumirlo y vivirlo como un valor fundamental.

El dolor y el sufrimiento no son obstáculos para la vida del ser humano, por el contrario, la experiencia de todos los seres humanos nos dice que esta realidad es parte integrante de la persona considerada en su integridad y totalidad. Tener dolor no significa sin más carecer de dignidad, es la gran oportunidad de reconocer la fragilidad humana y el natural desafío a superarla. La dignidad de un ser humano no entra en conflicto con la propia naturaleza, de tal manera que, envejecer, padecer y morir no son fenómenos que degraden la dignidad de un ser humano.

3. EUTANASIA Y SUICIDIO ASISTIDO: El proyecto de ley que se presenta al Senado pretende ofrecer la posibilidad de «terminar con la vida de una forma digna y humana o de la previsión de la asistencia al suicidio». No existe forma digna y humana posible cuando se trata de terminar con la vida de cualquier ser humano. Aunque el lenguaje emplee términos, presumiblemente suaves, estamos hablando de eutanasia, que es un homicidio, que no lo atenúa, ni la falsa piedad, ni la solicitud del paciente, en el caso del suicidio asistido.

Los argumentos planteados por los Senadores que presentan dicho proyecto atentan contra los valores propios de nuestra cultura, que desde siglos, siempre ha experimentado el dolor y la muerte con un sagrado respeto y un sentido trascendente.

4. LA VIDA ES INVIOLABLE, NO HABRÁ PENA DE MUERTE (Art. 11): Agrava la situación del proyecto de ley el hecho de que haya sido avalado por el Ministerio de la Protección Social. Esta propuesta pone a unos seres humanos en situación de vulnerabilidad y desprotección, por parte del Gobierno que está en la obligación de respetar la vida como el primero y fundamental de los derechos de los colombianos.

Hay graves problemas en el campo de la salud, inasistencia, paseos de la muerte, pocas oportunidades de una atención con calidad para los enfermos de nuestro país y ahora sumamos otro elemento agravante, se aprueba la legalización de la pena de muerte.

La Iglesia siempre ha atendido al ser humano en todas sus circunstancias y ha dedicado personas y esfuerzos a asistir espiritual y humanamente a los enfermos, porque considera que todos merecemos una muerte digna, con cuidados que atenúen el dolor y el sufrimiento, pero permitiendo que el ritmo natural de la existencia termine sin decisiones apresuradas y sin prolongar innecesariamente el dolor de los enfermos.

EXHORTACIÓN FINAL: Invito a todos los colombianos, hombres y mujeres de buena voluntad, para que nos expresemos y rechacemos enérgica y valerosamente ante este proyecto que atenta contra la dignidad y la vida de nuestro pueblo. A los legisladores un llamado especial a la honestidad frente a los graves problemas que sufre nuestro país y especialmente que busquen legislar en bien de la vida y no se conviertan en los verdugos de quienes un día les confiaron el favor mediante el voto popular.

Invitación final a todo el pueblo católico para orar por esta intención y para seguir trabajando desde la atención pastoral a los ancianos y a los enfermos por una dignificación de la ancianidad, del dolor y de la muerte, que en Cristo Jesús ha recibido el don de la salvación y la gracia de la redención.

Bogotá, D.C., 3 de octubre de 2007