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Año Sacerdotal: identificarse totalmente con Cristo

bened40 Benedicto XVI recordó que “el objetivo de este Año Sacerdotal es renovar en cada uno de los presbíteros la aspiración a la perfección espiritual, de la que depende en gran medida la eficacia de su ministerio.

En la audiencia general de hoy, celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa habló sobre el Año Sacerdotal, que inauguró el viernes pasado, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y Jornada de oración por la santificación de los sacerdotes, con ocasión del ciento cincuenta aniversario de la muerte de san Juan María Vianney.

El Santo Padre explicó por qué ha querido que se celebrase un Año Sacerdotal y precisamente en recuerdo del Santo Cura de Ars, “que aparentemente no hizo nada de extraordinario”.

“La Providencia divina -dijo- ha hecho que su figura se uniese a la de San Pablo. (…) Si los dos santos siguieron caminos muy diferentes, (…) existe sin embargo una cosa fundamental que los une: su identificación total con el propio ministerio, su comunión con Cristo”.

Benedicto XVI recordó que “el objetivo de este Año Sacerdotal es renovar en cada uno de los presbíteros la aspiración a la perfección espiritual, de la que depende en gran medida la eficacia de su ministerio. Asimismo, esta iniciativa servirá para ayudar a los sacerdotes y a todo el Pueblo de Dios a volver a descubrir y reforzar la conciencia del don de gracia extraordinario e indispensable que supone el ministerio ordenado para quien lo ha recibido, para toda la Iglesia y para el mundo, que sin la presencia real de Cristo estaría perdido”.

Aunque “han cambiado las condiciones históricas y sociales en las que vivió el Santo Cura de Ars, es justo preguntarse cómo pueden imitarlo los sacerdotes en la identificación con el propio ministerio en las actuales sociedades globalizadas”.

“En un mundo en el que la visión común de la vida comprende cada vez menos lo sagrado, donde la “funcionalidad” es la única y decisiva categoría, la concepción católica del sacerdocio podría correr el riesgo de perder su consideración natural, a veces incluso dentro de la conciencia eclesial”.

El Santo Padre puso de relieve que existen dos concepciones del sacerdocio, “que en realidad no se contraponen”: “una social-funcional que define la esencia del sacerdocio con el concepto de “servicio” y otra “sacramental-ontológica, que (…) considera que el ser ministro está determinado por un don concedido por el Señor a través de la mediación de la Iglesia, cuyo nombre es sacramento”.

Tras preguntarse “qué significa evangelizar para los sacerdotes y en qué consiste el primado del anuncio”, el Papa subrayó que “el anuncio coincide con la persona misma de Cristo; (…) el presbítero no se puede considerar “dueño” de la palabra, sino siervo”.

“Sólo la participación en el sacrificio de Cristo, en su “chenosi”, (…) y la obediencia dócil a la Iglesia, hace auténtico el anuncio. (…) El sacerdote -añadió- es siervo de Cristo, en el sentido de que su existencia, configurada a El ontológicamente, asume un carácter esencialmente relacional: es “in” Cristo, “per” Cristo y “con” Cristo al servicio de los seres humanos. Precisamente porque pertenece a Cristo, el presbítero está totalmente al servicio de ellos”.

Benedicto XVI concluyó expresando el deseo de que “el Año Sacerdotal lleve a todos los sacerdotes a identificarse totalmente con Cristo crucificado y resucitado, para que a imitación de San Juan Bautista, de quien hoy celebramos la natividad, estén dispuestos a “disminuir” para que Él crezca, y así, siguiendo también el ejemplo del Cura de Ars, perciban constantemente y en profundidad la responsabilidad de su misión, que es signo y presencia de la misericordia infinita de Dios”.